El pasado 4 de Diciembre el Wizink Center de Madrid se preparaba una vez para recibir a Melendi, un evento épico que prometió llenar de magia a los fans que acompañarán al asturiano esa noche.
Los asistentes esperarán una noche llena de emociones, donde el artista ofreció un repaso de sus temas más conocidos de su larga carrera.
En medio de un escenario con las pantallas iluminadas que proyectaban las imágenes llenas de energía mientras los músicos, cada uno en su lugar, comienzan a tocar los primeros acordes.
De repente, las luces se centran en el medio del escenario, y entre un estallido de color y aplausos, aparece Melendi. Su figura se recorta contra el telón de fondo como si el escenario entero hubiese estado esperándolo.
El público explota en energía cuando los acordes de “El Parto” empiezan a resonar en el recinto. Su voz, cargada de fuerza que envuelve el recinto, daba un inicio a una noche que promete ser inolvidable.
La noche avanza y el ambiente se vuelve más intenso con cada canción. Tras una pausa, suenan los primeros acordes de “Caminando por la vida”, y el público estalla de nuevo en una ovación.
Las voces de miles de personas se unen en un coro inmenso, mientras Melendi, visiblemente emocionado, recorre el escenario conectando con cada rincón del recinto.
Y cuando aún resuena el eco de esta celebración, el momento más energético de la noche llega con “Un violinista en tu tejado”. Mientras un violín real comienza a acompañar los primeros versos, arrancando suspiros de la audiencia.
Melendi, con su inigualable carisma, consigue que cada persona sienta que la canción le habla directamente.
En ese instante, queda claro que estas no son solo canciones, son historias que han marcado vidas, y esta noche, forman parte de un recuerdo compartido.
El concierto alcanza su clímax de energía cuando suenan “Barbie de extrarradio” y “Billy el pistolero”, dos temas que desatan la euforia.
Las guitarras eléctricas y el ritmo desenfrenado convierten al WiZink Center en una auténtica fiesta, con el público coreando cada verso a pleno pulmón. Melendi se mueve con libertad por el escenario, jugando con la banda y conectando con sus fans en un momento lleno de mucha fuerza.
Pero después, el ambiente cambia. Las luces se suavizan y el escenario se sumerge en una atmósfera íntima.
Es el momento más especial de la noche, cuando Melendi interpreta tres de sus canciones más emocionales: “Cenizas de la eternidad”, “La promesa”, y “Destino o casualidad”.
En ese instante, las pantallas gigantes enfocan al público, iluminado por la luz de miles de móviles alzados, creando una imagen que parece salida de un sueño.
Y como toda gran historia, el concierto llega a su desenlace con un broche de oro inolvidable. Suenan los primeros acordes de “Lágrimas desordenadas”, y el WiZink Center se transforma en un torbellino de emociones.
Los aplausos y los gritos se mezclan con los acordes de la banda, mientras el público, agotado pero lleno de energía, entrega lo que le queda para bailar y cantar esta última canción.
Melendi, agradecido y emocionado, lo da todo en el escenario, convirtiendo este cierre en una celebración de vida y música.
Cada palabra de la canción se canta al unísono, con el recinto vibrando como una sola voz. Las luces finales bañan el escenario con destellos dorados, y el público, pese a un leve dolor de pies después de tanto baile, no puede evitar saltar y moverse al ritmo de este himno.
Melendi, con una sonrisa sincera, se despide entre agradecimientos.